En la Antigüedad se consideraba a los tracios como unas personas de espíritu fuerte, extravagantes, grandes bebedores e imprevisibles en el combate, Estabón afirma que los griegos tenían un adjetivo para definirlos, por la expresividad de su himno de batalla los denominaban titanismos, dado que imitaban el llanto de los Titanes.
Este pueblo es uno de los pocos que fue capaz des sobrevivir a las invasiones de medos, dacios, griegos, macedonios y persas.
Miles de griegos perdieron la vida en los primeros momentos de la colonización del litoral tracio. Entre las Guerras médicas y la Guerra del Peloponeso los atenienses perdieron nueve expediciones. sólo, en el intento de conquistar el valle del Strymon.
Altivos, rudos y guerreros despiadados, según los griegos, los tracios fueron también un pueblo de gran sensibilidad capaz de crear tesoros de inusitada belleza que maravillan a los especialistas. El tesoro de Rogozen, descubierto en 1985, data de finales del siglo V a. de C. y está formado por 65 piezas de oro y plata finamente trabajadas, con un peso total de más de veinte kilos.
La escritura tracia aún no ha podido ser descifrada, por lo que cuanto se sabe de este pueblo se debe al testimonio de la Antigua Grecia. «Son tan bellas sus armas de oro que encantan a la vista, ya que no parece que hayan sido labradas por hombres mortales, sino forjadas para los dioses divinos», escribió Homero en La Ilíada, donde aparece por primera vez el nombre de Tracia.
Desde el mundo tracio, mezclado con tradiciones griegas han llegado hasta nosotros numerosos mitos, el poeta Orfeo era tracio y también, mas real, el gladiador Espartaco, líder de uno de los levantamientos más famosos contra el poder de Roma.